Entrevista al intérprete de conferencias Jose Sentamans, de la promoción 2010/2011
Hoy entrevistamos a Jose Sentamans, antiguo alumno del MIC que, tanto se enganchó a nuestra formación, que decidió prolongarla un poco más.
Háblanos de ti como intérprete
Desde 2005 me dedico profesionalmente a la traducción y, aunque ya había interpretado en el mercado privado antes de cursar el máster, es en 2010 cuando comienzo a compaginar esta primera actividad con la interpretación como autónomo en Valencia. Mis lenguas de trabajo son inglés, alemán y catalán a español, y estoy añadiendo el italiano como C (muy) poco a poco.
¿Cuándo estudiaste el Máster en Interpretación de Conferencias de la Universidad de La Laguna y cómo fue la experiencia?
Comencé en la promoción de 2009-10 y la experiencia fue tan positiva que decidí volver al curso siguiente, cuando superé el máster con inglés, alemán e italiano. Fue una experiencia tan dura como enriquecedora, tanto en lo profesional como en lo personal. Desde que terminé la carrera en 2005, todo lo que hice estuvo dirigido a adquirir las competencias necesarias para entrar en el máster (trabajé en plantilla durante cuatro años en una empresa de traducción en el Reino Unido y por las tardes machacaba el alemán por mi cuenta), pero no era consciente de que la verdadera dificultad venía una vez admitido. Fue el año y medio más duro que he tenido. Nadie me cree cuando le digo que el máster es en Tenerife (lo tengo tan asumido que ya ni siquiera trato de convencer), pero así es.
¿Qué tal la experiencia de ir a estudiar a Canarias?
Excelente. Si tenemos en cuenta que, de los siete años previos al máster, había vivido uno en Alemania y cuatro en Inglaterra, podemos imaginar que no me venía nada mal un empacho de sol subtropical. Además del clima, el carácter de la gente, el estilo de vida tranquilo, la gastronomía y la exuberancia de algunas playas me hicieron sentirme como en casa al instante. Soy una persona muy vinculada al mar y desde entonces me siento muy unido a determinados lugares de la isla.
¿Qué recuerdos tienes del curso, tus compañeros y los profesores? ¿Puedes contarnos alguna anécdota?
Del curso en sí, la verdad es que tengo un recuerdo, más que agridulce, agriamente dulce, porque durante todo el año sientes sobre ti esa pesada losa que son los exámenes de junio, donde te lo juegas todo, y que parecen no llegar nunca, y solo puedes disfrutar y regodearte en tu felicidad el último día, cuando te comunican los resultados. Al menos, así fue en mi caso. Sin embargo, la técnica adquirida y las amistades forjadas con los compañeros compensan con creces tanto ricino en cómodas dosis diarias. He tenido la inmensa suerte de conocer a gente increíble tanto el primer año como el segundo y, teniendo en cuenta la dispersión geográfica, estamos regularmente en contacto y seguimos viéndonos bastante a menudo. Por lo que respecta a los profesores, no tengo más que palabras de agradecimiento, porque todos me animaron y exigieron a partes iguales, me ofrecieron su apoyo en los momentos más duros y compartieron mi alegría en los más felices.
¿Anécdotas? Recuerdo el simulacro de febrero, cuando en un discurso de consecutiva quise decir “dañino” y me salió “daniño”. A aquellas alturas ya tenía muy asimilado lo de la cara de póquer, así que, sin inmutarme, lo volví a intentar y… ¡pam!, otra vez ‘daniño’, ante el cachondeo generalizado. Cuando empecé a ver cómo algunas compañeras sentadas entre el público comenzaban a llorar de la risa, decidí decir ‘perjudicial’ y pasar a la siguiente idea. Recuerdo también con cariño frases memorables de los profesores como “Me quedo con el esfuerzo“, “Este año tenéis que aprender a vivir con la frustración” o “Vamos a ver, ¿sabemos de qué estamos hablando?”, el discurso sobre las flatulencias de las vacas holandesas de Clive, o a compañeras en las primeras semanas -cuando nos llovían los comentarios negativos- preguntando “¿Pedimos perdón antes de interpretar?“. En las clases de consecutiva, también era muy divertido ver las reacciones de algunos profesores cuando cualquier parecido de nuestro discurso con la realidad era pura coincidencia.
Una vez terminado el Máster en Interpretación de Conferencias de la Universidad de La Laguna ¿cómo fue tu inmersión en el mercado laboral?
Por una parte, el último año de la carrera hice las prácticas de interpretación en el Máster de la Paz y el Desarrollo que organiza la UJI, donde interpretábamos cada jueves (por parejas, en semanas alternas) durante todo un curso a ponentes de todo el mundo, lo que me sirvió para foguearme en el mundo de la interpretación y adquirir una valiosa experiencia en lo que respecta al trato con el cliente, las condiciones en cabina, problemas técnicos de todo tipo, las filias y fobias de los oradores y, en general, las condiciones de trabajo en una situación real.
Por otra parte, mentiría si dijera que, un año y medio después de finalizado el máster, ya me he consolidado en el mercado. Nada más lejos de la realidad. Se trata de un proceso lento –al menos, en mi caso– durante el que debes ir consiguiendo contactos, clientes y encargos. Es algo que debe ir con el carácter de la persona. Debes pensar que, como autónomo, eres una empresa, solo que tú llevas todos los departamentos. De nada te sirve tener al profesional más competente en tu departamento de interpretación si el de márketing no lo promociona. En este sentido, recomiendo el libro de las hermanas Judy y Dagmar Jenner (@language_news y @Deutsch_Profi), The Entrepreneurial Linguist. The Business-School Approach to Freelance Translation, válido tanto para traductores como para intérpretes, donde ofrecen consejos muy prácticos sobre cómo hacer crecer esa empresa en la que te conviertes al hacerte autónomo. Y en eso estoy, invirtiendo en el departamento de márketing. Me encuentro en ese momento en que tu nombre empieza a sonar y comienzas a recibir llamadas, pero solo se concreta un pequeño porcentaje. Ahora se trata de seguir sonando.
¿Resultó dura la entrada al mercado laboral? ¿Tienes alguna anécdota que quieras compartir?
Al hilo de lo que comento en la respuesta anterior, no resultó dura, sino que está resultando dura. Va despacio, por un lado, porque el año pasado me convocaron a Bruselas y tuve el departamento de márketing cerrado una buena temporada y, por otro, porque tengo trabajo de traducción más que suficiente y elijo bastante los encargos de interpretación que me llegan, aunque todavía interpreto bastante menos de lo que quisiera. Pero ningún problema, las cosas valen lo que te cuestan. A pesar de ello, lo cierto es que la mayoría de encargos que he tenido hasta la fecha han sido bastante sonados, como almuerzos de bienvenida entre directivas de equipos de fútbol o algún que otro juez famoso.
En el apartado de anécdotas, me suelo reír mucho con las ocurrencias de la gente que te llama a veces, como cuando quieren que te subas a un avión al día siguiente para irte a Dubái a interpretar… gratis, o te piden que te pongas el chaleco y las botas para acompañar a una expedición de cazadores alemanes en busca de perdices (y algún que otro gamusino), eso sí, por cuatro chavos porque al fin y al cabo lo único que haces es repetir lo que dicen ellos. Pasando a algo más concreto, recuerdo la primera vez que interpreté en uno de estos almuerzos de bienvenida. Se me preguntó si deseaba compartir mesa con los comensales y yo, muy profesional (y pardillo), dije que no, que me colocaría en un modesto segundo plano para desempeñar mi labor debidamente. Al rato, comenzaron a pasar por delante de mis narices langostas, bogavantes y botellas de Moët & Chandon mientras yo, casi sin aliento, interpretaba a unos y otros. Aprendida la lección, la siguiente vez me senté a la mesa.
¿Qué combinación lingüística tenías cuando te formaste en el MIC de La Laguna y qué combinación tienes en la actualidad?
Cursé el MIC con inglés, alemán e italiano como lengua C. En el mercado privado, trabajo con alemán como lengua C; inglés, como B; y español/catalán como A. Mi matrimonio de conveniencia con el alemán me impide flirtear todo lo que quisiera con esa amiga picarona que es el italiano, por lo que de momento solo lo utilizo en voluntariados.
¿Tienes presencia en las redes sociales? ¿Cómo podemos encontrarte en Twitter?
Sí. Aunque mi cuenta de Facebook es exclusivamente personal, utilizo Twitter muy activamente y solo para fines profesionales. Debo decir que es una herramienta extraordinariamente útil que la mayoría de los intérpretes que conozco no aprovecha. Gracias a ella, me entero de cursos y congresos, intercambio información sobre aspectos muy específicos de nuestra profesión o me tuiteo con el intérprete de Obama durante los debates presidenciales. Extraordinariamente útil, ahí lo dejo. Podéis encontrarme en @josenpla.
Para terminar, ¿algún consejo para jóvenes estudiantes que se planteen estudiar interpretación de conferencias?
Mi principal consejo para los futuros intérpretes es que no escuchen a los pesimistas, los que dicen que no se puede, que está difícil. Desde que empecé TeI, siempre me he encontrado a gente que me decía que no se podía, que había que tener esto y aquello, que si no se quién era bilingüe, que si menganita había estado no sé cuántos años no sé dónde… Si haces lo que te gusta, si notas ese ‘clic’, llegar es solo cuestión de tiempo. Para mí, esa es la clave porque esta es una profesión que requiere dedicación diaria. Tiene que ser una afición, más que otra cosa. Pasión aparte, les recomendaría leer todo lo posible, pero no literatura (y esto lo digo con mucha tristeza: desde el máster, apenas leo literatura), sino mucha prensa, revistas especializadas y publicaciones de divulgación científica y similares. Y hacerlo con papel y boli, anotando expresiones y giros. También que escuchen debates y tertulias políticas, porque sin darse cuenta se irán impregnando de ese lenguaje periodístico que en cabina te permite salir airoso de cualquier apuro. Y, por último, que recuerden las tres cualidades que les harán destacar sobre otros intérpretes: la lengua materna, la lengua materna y la lengua materna.
Y, como ha comentado Montse en una entrevista anterior, lo más importante: que salgan a disfrutar.